Tipos de cierre para el vino.

25 de Febrero do 2022
Tapón de corcho natural

Desde hace unos años, al ir a la tienda comprar un vino, comenzamos a encontrarnos con variedades de cierre en nuestras botellas favoritas, entre las que más vemos encontramos el cierre tradicional de corcho natural, lo de corcho sintético y los de rosca. Pero ¿cuáles son los más adecuados para el vino? 

Comencemos por la corcho natural. Este tapón proviene de la corteza del alcornoque, siendo un cierre realizado en material natural y biodegradable.  Este material permite que una vez sellemos el vino, este pueda seguir respirando gracias a sus poros. Eso sí, no se trata de una respiración excesiva, que podría estropear el vino, sino que es la precisa para permitir la microosixenación necesaria en los vinos que envejecen en botella. Al mismo tiempo, se trata de un material poco permeable por lo que nos aseguramos que el líquido que contiene el interior de la botella no se dañe. 

Este tipo de cierre, descubierto en el siglo XVIII, es ideal para vinos que requieren de envejecimiento en botella, ya que, además de permitir la microosixenación antes nombrada que permite que los vinos sigan evolucionando una vez embotellados, el corcho, resiste el paso del tiempo sin degradarse. 

Pese a todas las ventajas que presenta, el uso de este material también puede ser desfavorable, ya que al tratarse de un producto natural, puede ser atacado por enfermedades. En el caso del corcho la más común es la denominada “enfermedad del corcho” o TCA, causada por hongos. Esta enfermedad, que puede estar presente en la corteza del alcornoque, prolifera con mayor facilidad en bodegas húmedas, y se consigue penetrar en la corteza sería casi imposible de erradicar, dañando irreversiblemente el vino con olores y sabores desagradables. 

Siguiendo con los tapones de cocho, también nos podemos encontrar los cierres colmatados, los cuales están realizados con corcho natural. La diferencia de los anteriores, los poros (o lenticelas) de estos, están rellenos del polvo del propio corcho, que es fijado por una cola a base de resina y agua y que se colmata para mejorar el aspecto del cierre y su rendimiento. Como inconvinte: este tapón puede transferir olores no deseados al vino. Este tipo de cierre, puede utilizarse para vinos nuevos que no requieren de envejecimiento en botella. 

Para substituir a estos, aparecieron los tapones producidos en corcho sintético o silicona. Estos imitan el comportamiento del corcho natural, sin el peligro de las enfermedades que este puede contener, y sin que afecte a la evolución del vino una vez embotellado por lo que es usado sobre todo para sellar los vinos nuevos de pronto consumo. Pese la que el uso de este tipo de corcho abarata el coste del embotellado, también presenta el inconveniente de que no permite la microosixenación del vino puesto que es un material muy compacto y sin porosidad, por lo que este cierre no es recomendado para los vinos de guarda ya que corren el riesgo de avinagrarse con mayor facilidad. 

También podemos encontrarnos en el mercado los cierres de aglomerado, los cuáles se forman a partir de las sobras del corcho granulado resultantes de elaborar otros productos. Para realizarlos, el polvo sobrante del corcho se aprisiona en moldes individuales o bien se colmata con ayuda de otros productos como colas. Estos cierres son muy económicos y destinados a vinos que se consumen de manera rápida y de bajo coste. 

¿Y que pasaría si mezclamos el corcho natural y el corcho sintético? pues un tapón técnico. Este tipo de cierre está compuesto por corcho aglomerado en su parte central y de dos discos de corcho natural en los extremos. Este tipo de tapón, es muy buen aislante, evitando así la oxidación del vino, por lo que se usa, sobre todo, para vinos que están destinados a ser consumidos en un plazo de 2 a 3 años. 

¿Y el tapón de rosca? Este tipo de tapón cumple una función similar al tapón de silicona, ya que evita la oxigenación del vino y permite un sellado perfecto, evitando la contaminación del producto con agentes externos, asegurando su calidad hasta su consumo. Además, al margen del que las tradiciones vinícolas más singulares marcan en el mercado y de que esta sea una afirmación impopular, el tapón de rosca también es una buena solución en un mundo en que los vinos viajan y son exportados a lugares que están a miles de kilómetros de su lugar de origen, ¿por que? Pues por esa estabilidad y porque si incluso se habría querido mantener la microosixenación que permite el corcho natural se puede conseguir con un almohadillado de unos milímetros en el tapón. Esto permite abaratar costes y usarlo para vinos nuevos o de guarda, y, por si fuera poco, la conservación del vino también se ve favorecida en nevera, ya que aunque se abra, si no se consume todo en el momento se puede volver a cerrar, evitando que el vino se contamine de otros olores indeseables. 

Volviendo a la pregunta inicial, ¿cuál es el mejor cerrar para el vino? Todas estas opciones cuentan con  ventajas e inconvintes, por lo que la bodega será la encargada de determinar la solución final para su vino, dependiendo también de se se trata de un vino nuevo o de un reserva.