Los restos de la poda

12 de Febrero do 2023
Moios

Durante los meses de noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo los viticultores realizan en el viñedo los trabajos de cuidado y saneamiento de la vid con la poda que permite el posterior correcto desarrollo de la vid. Esta, como os hablamos en este artículo puede realizarse en distintos momentos en función de las variables del viñedo y de la variedad de la uva de la que se trate. 

Pero, una vez realizada la poda, ¿que se realiza con los restos vegetales sobrantes del viñedo? 

Antiguamente, estos rastrojos eran unidos en "moios" para ser quemados bien dentro del propio viñedo para proporcionar un poco de calor en días fríos o bien dentro de las casas en las propias chimeneas a modo de combustible vegetal.  Esta práctica aún está extendida en varias zonas de Galicia a causa de los climas fríos existentes.

Además de esto, en otras ocasiones los restos de la poda eran usados a modo de abono: durante los meses de invierno se acostumbraban a cavar gavias para airear el suelo (aportando oxígeno al terreno), dejándolas un tiempo abiertas, para posteriormente incorporar al terreno el “estiércol” junto con tojos y vides, lo que en conjunto serviría para abonar y cargar de nutrientes el suelo del viñedo.

En el transcurso de los últimos años también se extendió una práctica que consiste en triturar estos restos vegetales y esparcirlos por el viñedo a modo de abono para el  terreno. Según los expertos la realización de esta práctica sirve para aumentar el pH del terreno y aumentar los nutrientes del mismo (devolviendo parte de los nutrientes consumidos por la planta al suelo), por lo que esta práctica está bastante extendida por la Denominación de Origen de las Rías Baixas en la que los suelos son más pobres en nutrientes.

A pesar de que esto puede ser beneficioso para el viñedo, a la hora de realizar la poda y trituración de los restos debemos tener en cuenta si existe algún tipo de enfermedad en la planta, y en este caso afirmativo, es más recomendable la quema del rastrojo, para evitar la propagación de plagas nuevamente en el viñedo. 

En último lugar, esta práctica es ecológica y al evitar la quema evitamos desprender CO2 al medio ambiente, con el que reducimos la contaminación.